OPERACIÓN TOCINILLO


Hola, mis patatitas.

Tengo un propósito de continente nuevo...

Desde que el mundo es mundo y mi madre no tuvo potestad para decidir en mi alimentación porque me volví una adolescente rebelde sin causa, mi vida ha sido un contínuo ir y venir de kilos. Sí, amigos míos, soy gorda y no me da vergüenza admitirlo. Bueno, un poco sí, pero cada uno tiene que apechugar con lo suyo...

Como mal y mucho, lo que da como resultado unos estragos corporales en forma de mulliditas montañas esponjosas y que Patatita usa fenomenal de almohada.

Poco antes de que el Sr. Potato y yo intercambiásemos fécula de manera íntima con el fin de perpetuar la especie, había conseguido bajar unos cuantos y sustanciosos kilos que me tenían muy motivada, pero la satisfacción duró poco. En los nueve meses en los que mi tuberculito se iba haciendo mayor dentro de mí no hubo demasiado drama. Subí unos pocos y controlados kilos y me sorprendió mi autocontrol... Pero se mascaba la tragedia. La maldita y puñetera lactancia (no tengo nada en contra, pero conmigo se ha cebado y ya es algo personal...) trajo consigo un hambre voraz y echó por tierra todas mis esperanzas de un futuro mejor y más esbelto. En los meses de vida de Patatita he ido acumulando kilos como puntos de un supermercado, a uno por mes. 

La cuenta es simple: 19 meses × 1 kilo al mes = 19 kilos de tocinillo

Lo gracioso del asunto es que la información hormonas - cerebro se ha debido de perder por alguna parte del camino, porque hace casi un año que Patatita está emancipada de mis pechos y aún así el hambre no ha disminuido... ¡¿Hola, hay alguien ahí arriba?!

Vamos, que me pelais y tenéis para hacer tortillas para todo Villarriba y sobra alguna ración para Villabajo. Tengo la suerte (entiéndase la ironía) de contar con unas caderas bien pronunciadas y jamones que ni los de Jabugo en plenas navidades. Pero, tranquilos. Tengo un plan y sé cómo usarlo. En breve dará comienzo la OPERACIÓN TOCINILLO

Mi estancia en Sudáfrica va a traer consigo la hambruna en mi vida. Ya os iré contando cómo van los progresos, pero de momento me he bajado una App muy molona para motivarme...  (Qué mal lo voy a pasar). Pienso coserme los labios y subsistir a base de aire. No, hombre, es broma. También beberé agua por la oreja.

Por cierto, antes de terminar quisiera poner un tema en la palestra que bien lo merece. 
Señores científicos, por lo que más queráis, dejad de buscarle sabores absurdos a las patatas y encontrad la manera de hacer que las acelgas sepan a una buena pringá con todos sus avíos, los guisantes a patatas fritas con huevo y chorizo, y los chicharrones sustituyan a la lechuga en las ensaladas, sin riesgo para nuestro corazón.

Si hay alguien que esté leyendo esto y tenga algo de mano en que se lleve a cabo este I+D, por favor, apiádese de mí. ¡¿Dónde se ha visto que una patata no tenga sabor a patata?! ¡¡¿ES QUE ESTAMOS LOCOS?!! Pasamos por el aro del sabor jamón, las campesinas e incluso las yorkqueso con las que tanto calor habéis dado... ¿Pero de verdad era necesario hacer patatas fritas con sabor a sopa de pescado agria y picante? Hombre, por todos los Dioses...











Comentarios

  1. Llevas toda la razón en lo de las patatas, aunque yo amante de lo salado prefiero las ondulada a la sal, aunque comer me las comos todas.
    Muchas suerte pero recuerda que lo principal es estar contenta con una misma y estar sana, no perder 10 o 20 kg.
    Bs

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  2. jejejej sñra patata.. te acompaño en el sentimiento donde esten unos huevos roto con jamon o chistora q se quiten lo demas, pero hay q comer sano y eso solo una vez a la semana.. resto, papa sancochada verdurita y pollo y a caminar a ver si bajamos esos kg:.. y eso q ahora vienen don polvoron y don turron... q triste

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